Así es el cerebro de una persona que ve películas para adultos constantemente

El alto consumo puede alterar la estructura y el funcionamiento de nuestro cerebro provocando que surja la adicción o el comportamiento adictivo.


La diferencia con respecto a practicarlo, es que estas películas producen una especie de “inundación” de dopamina. La descarga excesiva de esta hormona puede producir desórdenes cardiovasculares, renales, estomacales o endocrinos, entre otros. Pero, además, al producirse esta descarga, el organismo necesita volver a producirlas nuevamente, por lo que promueven la repetición de esta conducta, lo que puede convertirse en un círculo vicioso que lleva al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo.

El cerebro, mientras tanto, reduce su actividad en los centros de recompensa. Cuanta más cantidad ve, menos actividad produce, según concluyó un estudio reciente publicado Archives of General Psychiatry. Esto hace que el cerebro necesite de más dopamina para sentir el mismo efecto; esto nos da una razón de peso para querer a volver a ver más.

Así la mente de un adicto estas películas se presentan con una constante necesidad de sentir una fuerte estimulación. Es por ello que el cerebro de un aficionado sea comparado con el de un alcohólico o un drogadicto.

“Los cerebros responden al cambio químico. Cuando se libera la dopamina y hay una sensación de gusto, el cerebro primitivo envía el mensaje a repetir el comportamiento de la sensación deseada”, explica Joe Schrank, especialista en adicciones. Algunos investigadores argumentan que sus características se asemejan más a las de aquellos que sufren un desorden obsesivo-compulsivo. Lo que no les permite dedicarse a ganar dinero fácilmente o realizar viajes alrededor del mundo.
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